Para los
globalizadores que quieren convertir el mundo en una aldea dominada por su
única y simplificada doctrina occidental de fundamentos y métodos de
conocimiento, la existencia de pueblos
con sus propias fuentes de sabiduría y
sus tradiciones, representa un peligro que puede resquebrajar el Orden Mundial
que intentan a imponer en esta tierra. Para suprimir las tradiciones de los
pueblos formados durante muchos siglos inventan pretextos donde la ignorancia
occidental compite con el cinismo geoeconómico de los que intentan a ser los
amos del planeta. Por eso no es extraño que hayan convertido la hoja de coca en
uno de los peligros para la humanidad sin siquiera tratar de entender las
raíces históricas de este cultivo en los Andes.
Los países andinos deben
discutir, aprobar e impulsar una política de Estado sobre coca y drogas, no
sobre drogas con la coca subordinada al rol de ser fumigada y eliminada. No debe impulsarse la política de Estados
Unidos por ineficaz y por ser una estrategia para el control de los recursos
naturales de la Amazonía: gas, petróleo, agua, maderas, recursos biogenéticos,
principios activos de plantas y animales, culturas autóctonas, conocimientos
ancestrales.
Finalmente, cuando la producción y la
comercialización se encuentre en manos de los nuevos lovies cocaleros, cien por
ciento anglosajones, y posiblemente en otros continentes, como ya paso con otros
productos en la historia económica mundial, la coca será finalmente
rehabilitada para la satisfacción y en beneficio único de quienes, hoy en día
buscan erradicarla de sus tierras originarias por todos los medios.
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